Según mi modesta opinión, nos estamos acostumbrando a ver señoritos en lugar de deportistas.
Cuando pensamos en un deportista nos imaginamos a un luchador, a un atleta sufriendo, dejándose la piel, entrenando, superándose a sí mismo para ganar a los demás,…
El deportista, según nuestro criterio, debe ser una persona implicada en su trabajo y un referente para sus seguidores, que esperan que aunque no lo gane todo, sí que lo de todo para intentarlo.
Debe respetar a la marca que le patrocina y a la que le proporciona material, ser consciente de a quién representa y lo que representa.
El deportista debe ser humilde aunque sea el mejor, debe representar mejor que nadie los valores que el deporte implica, esfuerzo, respeto, solidaridad, compañerismo, superación…
Pero esta imagen idílica últimamente se prodiga poco.
En los medios de comunicación nos muestran constantemente imágenes de “los deportistas”, arrogantes, ostentosas y prepotentes.
Oímos declaraciones envenenadas hacia otros compañeros, acusaciones cruzadas, insultos gratuitos hacia todos aquellos que no defienden sus mismos colores o hacia su propio equipo, si es que ha habido un fallo mecánico, táctico o de planteamiento.
Utilizan cualquier excusa cuando las cosas les van mal, pocas veces entonan el mea culpa. Y cuando las cosas van bien, son muy pocos los que agradecen el apoyo de aquellos que han trabajado a su lado.
Y ante esta situación, claro, ver cómo “Julito” empuja su moto en la recta de llegada a meta, aun observando como uno tras otro le van pasando sus rivales, te emociona.
Otro deportista, de esos de los que hemos hablado más arriba, si el material le falla a pocos metros del final, se baja de la moto y , como poco, le da una patada y una vez ante los periodistas se queja de la mecánica, del equipo, de la mala suerte,…de cien mil circunstancias. Pero Julián Simón, llegó a meta junto a su moto, la cruzó y se fue hacia su Box sin decir ni una palabra a quien no debía. Hizo su trabajo y lo hizo bien.
Es curioso como esta actitud es la que sorprende, cuando debería ser la cotidiana, la que vemos en los medios, la normal.
Por eso le damos las gracias, por actuar como lo que es, un deportista.