Gracias Albert

Era un 25 de marzo, la noche anterior fue la más larga de nuestra vida, los médicos nos dijeron que Isidre tenía una lesión muy grave y no podría volver a andar…
Recuerdo que llamé a un amigo para pedirle el contacto de Albert Llovera, necesitaba hablar con alguien que me supiera explicar lo que significaba una lesión medular.
Tuvimos una breve conversación telefónica y al dia siguiente se plantó en el hospital. Había mucha gente, mi hermana no se separó de mi lado, pero aún así, yo me encontraba más sola que nunca. Cuando apareció Albert, pensé que, como todo el mundo, quería pasar a ver a Isidre, cuando fui a abrirle la puerta que llevaba a la UCI, me paró: “Ahora Isidre no me necesita, la que me necesita eres tu, vámonos de aquí que me da mal rollo y hablamos…”
Fue la única persona que consiguió sacarme de aquella zona del hospital, fuimos a comer cerca de allí, era un “self service”. Yo no sabía qué hacer, primero porque estaba en una nube, después, porque nunca había ido a comer con una persona en silla de ruedas. No sabía si debía ayudarlo, si preguntarle, si no hacer nada…
De reojo vi que cogía su bandeja, que iba cogiendo sus platos  y que iba hablando con toda naturalidad de cosas que, la verdad yo no oía muy bien, mi cabeza no estaba toda allí. De lo que si me di cuenta es que la discapacitada, la que necesitaba ayuda, era yo, y Albert no dudó en ofrecerme la suya.
Me arrastró fuera del hospital, me explicó los problemas con los que se encuentra una persona con su lesión, me dio consejos y me explicó anécdotas, consiguió que perdiera mis temores y, después de muchas horas, me hizo reír.
Aprendí que sí, que la lesión es una mala jugada de la vida, pero no es el final, que todos somos más o menos discapacitados en un momento u otro de nuestras vidas, que no hace falta ir con bastón o en silla de ruedas para serlo. y que si necesitas ayuda todo el mundo, sea quien sea o esté como esté, te la puede dar, solo tienes que pedirla. Después de su visita, la única preocupación que tenia era la salud de Isidre, no su lesión.
Pude ver como Isidre luchaba contra las infecciones, los problemas pulmonares, trombosis,… uno por uno los fue superando  todos, y cuando por fin recuperó la salud trabajamos para conseguir su autonomía, y después para volver al trabajo, después para regresar a las carreras,…
Cuando una persona tiene ganas de vivir y está dispuesto a luchar, no hay nada que lo pueda parar, y si necesita ayuda debe saber pedirla y dejarse ayudar. Porque hoy eres tu quien la necesita, pero mañana será otro.
Mucho ánimo a todas aquellas personas que han vivido o están viviendo una situación parecida, recordad: “La vida no se acaba con la lesión, es diferente.”

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