Por fin abandonamos el pueblo con una mezcla de impotencia, tristeza y admiración por las personas que dejamos atrás.
A medida que nos vamos alejando el paisaje vuelve a ser hostil, atrás han quedado los gritos y risas de los pequeños, ahora queda el silencio, solo el motor de nuestros coches lo rompe mientras las ruedas dibujan un camino que antes no existía, el desierto te hace recordar lo pequeño que eres, nadie en el coche habla, es como una muestra de respeto inconsciente ante semejante demostración de poder.
A lo lejos, en medio de la nada, vemos un pequeño rebaño de cabras con un pastor, en muchos km a la redonda no hay ni un árbol, ni un pueblo, ni una cabaña, ni una sombra, pero él está allí, haciendo lo que han hecho sus antepasados cientos de años antes y, probablemente, lo que harán sus descendientes muchos años después, la vida aquí es muy distinta, pero no creo que sea peor que la nuestra. Un sabio tuareg dijo una frase que si no recuerdo mal es “vosotros tenéis los relojes, las prisas y el ruido, nosotros tenemos el tiempo, la tranquilidad y el silencio” .
Por fin llegamos a la siguiente población, esta es más grande y tiene un hotel! (cualquier habitáculo con algo parecido a una cama lo llamamos así), como no tenemos trabajo a final de día, el jefe de equipo nos permite hacer un “extra”, llegamos con hambre así que lo primero que hacemos es sentarnos en la terraza, donde ya nos esperan los compañeros del equipo rival, unos vamos de naranja y los otros de azul, pero fuera de la pista, todos formamos una piña, incluso en la competición, si alguno de nosotros necesita de los otros, nos ayudamos y si uno de los nuestros se hace daño, lo sufrimos todos.
Cada uno saca de su mochila lo poco que le queda y lo comparte con el resto, nosotros como no, sacamos jamón envasado al vacío, fuet, etc…, los italianos la mitad que les queda del “pedazo” de parmesano que trajeron, otros compran el pan y otros piden las cervezas, nadie tiene prisa, compartimos horas y horas de anécdotas, risas y bromas.
Por un momento me alejo y miro la escena desde fuera, hace unos días, la mayoría de nosotros no nos conocíamos de nada, entre todos hablamos cuatro idiomas distintos, italiano, español, inglés, alemán, nuestras vidas son completamente diferentes fuera de la carrera, unos trabajan en talleres, otros en consultas, otros en hospitales,… pero hay algo que nos une, la necesidad de compartir este gran sueño que en algunos momentos es pesadilla…
Me parece muy interesante todo lo que escribes, pero podrías adentrarnos en otros mundos en los que también has estado, como la ATP de tenis, por ejemplo. Siempre es interesante ver los contrastes que se producen en distintos deportes y como pueden cambiar los deportistas ( y lo que los rodea) de una especialidad a otra.
Poesía en África. Una manera de apreciar la vida: lo que tenemos, lo que no tenemos, los que vemos, los que no vemos, las risas, el sufrimiento, la amistad, el esfuerzo, el descanso, el hambre y la rica comida. Lo cierto es que disfruto mucho con estas líneas de Lídia. ¡Gracias!